Señoras y señores, niñas
y niños, profesores y alumnos... ¡gentes todas del Doctor Sancho de Matienzo!
Alzad la cabeza, enjugad vuestras lágrimas y batid palmas con energía porque...
¡estamos de vuelta! Cierto es que andamos un tanto nostálgicos. El verano se
fue tan rápido como llegó y algunos de los habituales de este pequeño rincón ya
no estaban aquí para recibirnos. Amigas como Carmen, Luz y Ana y una generación
de brillantes bachilleres han partido hacia nuevos horizontes. Eso sí, han
prometido escribirnos y además, nuevos compañeros -nuestros y vuestros- han
llegado y estamos deseando conocerlos. Por lo pronto, si hoy aparecemos de
nuevo por aquí es para celebrar una ocasión especial que ya señalamos hace un año. It’s Roald Dahl’s Day today! El año pasado ya os contamos por qué el
autor de Gales era y es uno de nuestros favoritos, así que hoy os dejamos su particular
versión del muy popular cuento de Los tres
cerditos. Por si tenéis curiosidad, viene incluída en su genial Cuentos en verso para niños perversos:
El animal mejor que yo
recuerdo
es, con mucho y sin duda alguna, el cerdo.
El cerdo es bestia lista, es bestia amable,
es bestia noble, hermosa y agradable.
Mas, como en toda regla hay excepción,
también hay algún cerdo tontorrón.
Dígame usted si no: ¿qué pensaría
si, paseando por el Bosque un día,
topara con un cerdo que trabaja
haciéndose una gran casa… de paja?
El Lobo, que esto vio, pensó: “Ese idiota
debe estar fatal de la pelota…
“¡Cerdito, por favor, déjame entrar!”.
“¡Ay no, que eres el Lobo, eso ni hablar!”.
“¡Pues soplaré con más fuerza que el viento
y aplastaré tu casa en un momento!”.
Y por más que rezó la criatura
el lobo destruyó su arquitectura.
es, con mucho y sin duda alguna, el cerdo.
El cerdo es bestia lista, es bestia amable,
es bestia noble, hermosa y agradable.
Mas, como en toda regla hay excepción,
también hay algún cerdo tontorrón.
Dígame usted si no: ¿qué pensaría
si, paseando por el Bosque un día,
topara con un cerdo que trabaja
haciéndose una gran casa… de paja?
El Lobo, que esto vio, pensó: “Ese idiota
debe estar fatal de la pelota…
“¡Cerdito, por favor, déjame entrar!”.
“¡Ay no, que eres el Lobo, eso ni hablar!”.
“¡Pues soplaré con más fuerza que el viento
y aplastaré tu casa en un momento!”.
Y por más que rezó la criatura
el lobo destruyó su arquitectura.
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Y ya que de cerdos va la
cosa, inauguramos también nueva serie, que, con afán de precisión, podríamos
titular como “Latín para cerdos”. No os perdáis las aventuras de este
particular marrano que para toda ocasión tiene siempre un latinismo a mano...
Lo dicho, mis más que jóvenes
amigos... ¡estamos de vuelta!