miércoles, 17 de diciembre de 2014

LA TUMBA DE LAS LUCIÉRNAGAS (JORGE EROSTARBE, 3º ESO)



Os anunciaba ayer que acababa de llegar al correo una carta firmada por Jorge Erostarbe que, terminados los exámenes, ha buscado alimento para el alma en la animación japonesa y nos habla con el entusiasmo habitual de una historia ambientada durante la Guerra del Pacífico. Desde aquí, por supuesto, aplaudimos con las orejas encantados, no solo con su gusto e inquietudes, sino con que tenga la generosidad de hacernos partícipes de ellos y contribuya, de paso, a mantener vivo un lugar del que casi todos se han olvidado. Así que gracias, mi joven amigo, muchas gracias. Cuenta conmigo para discutir a la vuelta de las vacaciones, pues me llevo como deberes ver -que no “visionar”, je, je- La tumba de las luciérnagas.
                                                           

Buenas a todos, de nuevo me presento por aquí, pero esta vez no para hablaros de conspiraciones o drogas, sino de un género de cine que, a mí, personalmente, me apasiona. Os hablaré del anime, esos “dibujitos para niños” como Heidi, Marco o el más reciente Doraemon. Prácticamente todos nosotros conocemos estas series, pero todos las hemos visto con edades tempranas. Y por eso estoy hoy aquí, para quitaros esa idea de dibujos infantiles y reseñar una tan fantástica como dura película del Estudio Ghibli, La Tumba De Las Luciérnagas.
El Estudio Ghibli es, para muchos, –me incluyo entre este grupo-, el mejor estudio de animación japonesa, pues no han sido los creadores de la primera película japonesa en ganar un premio Oscar por pura coincidencia. Ya nos demostró con El viaje de Chihiro, un fantástico viaje hacia la madurez, o La princesa Mononoke, la lucha entre dos bandos con ideas propias, que eran capaces de hacernos reflexionar a pesar de ser películas de animación. Pero no estoy aquí para hablaros del Estudio Ghibli, así que mejor me centro en lo que debo y procuro no salirme más del tema.

“—21 de septiembre de 1945: ese fue el día en que morí.” Con esa tormentosa frase comienza La tumba de las luciérnagas, una película dirigida por Isao Takahata basada en una novela de Akiyuki Nosaka, un hombre que pasó por las mismas situaciones que las que pasa el protagonista.
Como ya habéis podido apreciar, se nos presenta de una manera directa y sin rodeos la muerte del protagonista, pues esta película no trata de ver lo que ocurre, sino de hacernos reflexionar con sus elaboradas tramas secundarias, que nos obligan a pensar desde un punto de vista de ética personal.
Nuestro protagonista comienza a recordar los hechos ocurridos hasta ese momento haciéndonos ver así el argumento principal de la película. Este solemne hermano recuerda el comienzo de todo, escapar hacia el refugio con su hermana a hombros, ver las bombas caer, el fuego consumirlo todo, perder a su madre, su hogar, su familia y todo aquello que le mantenía con una vida estable.
Y este estado de destrucción y desolación, es imposible que se refleje mejor. La maravilla gráfica que supone esta película resulta exquisita para la vista, un modo de cine diferente, que nos puede transmitir lo mismo o más que el convencional, sin necesidad de tener efectos visuales inauditos y explosiones por doquier, simplemente talento, mimo, detalle y una perfectamente conjugada mezcla de colores, para hacernos ver paso a paso los estados de estos dos hermanos a lo largo de su paupérrima vida.
Con su adorable hermana pequeña acompañándole en sus problemas, debe de luchar por conseguir comida, bienes y todo lo necesario para poder sobrevivir, pero esto no siempre es posible, pues la guerra se lleva todo, al rico, al pobre, al fuerte y al débil, arrasa con todo y con todos, y no deja lugar  para la supervivencia. He aquí el argumento subliminal que nos plantea la película. Con unos personajes desarrollados de una manera muy estable y, enseñándonos el infierno por el que ambos pasan, se desarrollan los sentimientos de ambos. Por ejemplo, la película nos muestra una tremenda admiración hacia su padre por parte del protagonista, pero, ¿es esta admiración real? ¿O es simplemente el escaso apoyo moral con el que cuenta este? O las polémicas escenas de la tía de estos, pues los acaba echando de su casa. Aunque suene cruel, es algo que desde mi ética personal, era correcto debido a la falta de colaboración por parte, especialmente, del hermano mayor.
Me gustaría hablar de muchos temas en cuanto a la película, pero considero que esto sería mejor explicarlo una vez hayas visto la película, pues sería estropear buenas partes de la esta. Así que no lo dudes ni un momento, disponte a ver esta obra de arte, a admirar el detalle visual y narrativo de esta, a sumergirte en su trama antibélica y a llorar y llorar como un bebé, pues esta película, es la idónea para olvidar todos los prejuicios creados hacia el mundo de la animación y su relación con el público infantil. Siento mucho no poder comentar todos los puntos que me gustaría de esta película, así que os invito a, una vez hayáis visto esta fantástica pieza de la animación, dejar en esta misma página web una reseña llena de spoilers, para poder atar los cabos sueltos que he dejado. Os cedo la palabra, solo os queda tomarla.


martes, 16 de diciembre de 2014

¡ES NAVIDAD!



¡Estudiantes! ¡Profesores! ¡Gentes todas del Doctor Sancho de Matienzo! Se acercan las Navidades y, en consecuencia, al fin, las vacaciones. Quien desde aquí os escribe supone que tendréis ya un montón de planes para las próximas dos semanas y unos cuantos propósitos preparados para el inminente 2015: ¿aprender inglés?, ¿apuntaros al gimnasio?, ¿estudiar más? -ejem, ejem- Una servidora intentará visitar más a menudo esta esquina, un tanto polvorienta últimamente y del todo abandonada excepto por el bueno de Jorge E., quien promete ya reseña de La tumba de las luciérnagas (Isao Takahata).
Mientras esperamos y para entrener esos momentos de pausa que, antes o después, nos darán el turrón, los polvorones, las comidas familiares, las compras y -sí, lo sabemos- los deberes navideños, aquí os dejo una lista de sugerencias en negro sobre blanco:

1. Los doce terrores de la Navidad, John Updike-Edward Gorey
Para cínicos y descreídos, herederos del espíritu del Scrooge del Cuento de Navidad de Charles Dickens, se lee en menos de lo que tarda en cantarse “Campana sobre campana”. Cuestiona las motivaciones de Papá Noel, alerta del peligro que suponen sus duendes, sugiere que el árbol de Navidad contagiará de carcoma nuestros muebles y lamenta la locura de los grandes almacenes. Los divertidísimos textos de Updike vienen acompañados de las geniales y macabras ilustraciones de Gorey. Solo le echamos en cara dos cosas: su precio y que se atreva a meterse con el bueno de Charlie Brown.


 2. El guardián entre el centeno, J. D. Salinger
El gran clásico de la literatura estadounidense del siglo XX. Su protagonista, Holden Caulfield, es expulsado del colegio unos pocos días antes de las vacaciones de Navidad y vaga por las deslumbrantes calles de Manhattan preguntándose por la suerte de los patos del estanque de Central Park y charlando con cuantos se le ponen por delante en una especie de cruzada en busca de lo auténtico y singular.
En la audición de la Escuela de Música del viernes por la tarde podréis ver a algunos de vuestros compañeros recreándolo sobre las tablas.



3. El Hobbit, J. R. R. Tolkien
Dejaos de aburridas y estiradas adaptaciones cinematográficas y acudid a la fuente original, una entretenidísima novela de aventuras de las de antes, sobre cómo un menudo y sencillo hombre de campo recibió la llamada de la aventura y, por echarle una mano a una singular partida de enanos y a un mago de barba blanca, terminó por encontrar el anillo de poder.



4. El león, la bruja y el armario, C. S. Lewis
Seguimos con la fantasía, en esta ocasión con el título que en mis clases me sirve para reivindicar la magia y alejar a mis alumnos de la tentación de la racionalización. El peor momento de la Historia de la Humanidad. La amenaza NAZI se cierne sobre Inglaterra y el Blitz ha obligado a mandar a todos los niños a la protección del campo. Los niños Pevensie van a parar a la casa de un aburrido profesor, cuyo desván reserva la mayor de las sorpresas: un armario que da acceso a Narnia, un reino de hielo poblado por faunos, tejones tragones, malvadas brujas de hielo y un león sabio y bondadoso.



5. El Conde de Montecristo, Alejandro Dumas
Si un temporal de nieve y frío asolara el valle durante estas dos semanas y no pudierais salir de casa, muy bien podríais dedicar el tiempo a leer sobre la larguísima e increíble historia de Edmundo Dantés, que, en el siglo XIX fue injustamente encarcelado y dedicó sus largos años de cautiverio a tramar la más perfecta y trepidante de las venganzas y a adoptar como propio un lema estupendo: “confiar y esperar”. Ideal para rencorosos.





Me anuncia el señor cartero que la carta de Jorge E. con su reseña acaba de llegar al buzón, así que os dejo ya, no sin antes desearos una más que feliz Navidad y todo lo mejor para el 2015.
¡Leed, leed, mis jóvenes amigos!

sábado, 22 de noviembre de 2014

AMANIA (FERNANDO PÉREZ SAÑUDO)



Se suele recomendar a los autores noveles que escriban sobre aquello que mejor conocen. De tal consejo resultan, por lo general, novelas de iniciación a la vida, líricas y autocomplacientes, en las que protagonista, narrador y autor se hacen indistinguibles. Fernando, ese chaval de aire ausente, serio a veces, siempre afable, al que suele verse durante los recreos inclinado sobre un libro, o dos, o tres, ha resultado ser como autor tan disciplinado y obediente como lo es como alumno y ha seguido al pie de la letra la recomendación. El resultado, sin embargo, está lejos de ser uno de esos relatos autocomplacientes a los que antes hacía referencia. Y es que lo que mejor conoce Fernando son los entresijos de la Historia de Roma, como bien he podido comprobar yo misma durante estos ¡casi tres cursos ya! en que he tenido la suerte de disfrutarlo como alumno de Latín y Griego.
Así que, en lugar de hablarnos sobre sí mismo y adscribirse al subgénero de la confesión adolescente, Fernando toma distancia y nos ofrece un estupendo relato de aventuras ambientado en los comienzos de las Guerras Cántabras (29 a. C.) en un agreste, frío y lluvioso valle norteño que a todos resultará de lo más familiar. No en vano se llama Amania y está presidido por una montaña de forma singular rebautizada para la ocasión como Roca del Druida. Hasta allí llega Eidan Acha, Albius, reclutado como traductor por Marco Albius Flavus, un prefecto romano tan sádico como imprevisible enviado para apoyar a los autrigones, tribu aliada de Roma, en su resistencia contra las razzias cántabras. Lo que sigue es el relato en primera persona -todo un acierto- de las idas y venidas de Eidan, no tanto un héroe como un superviviente, en el que hay lugar para luchas, emboscadas, torturas, amistad, humor inteligente -marca de la casa- y, sobre todo, cruentas y vividísimas batallas, en las que Fernando demuestra su dominio de la estrategia militar romana y que es capaz de entusiasmarse con la prosa de Julio César bastante más que quien desde aquí os habla, que ya es decir. 

Si, como espero, habéis llegado hasta aquí, habréis advertido ya lo orgullosa que me siento de tener a Fernando como alumno, no porque yo haya tenido nada que ver en su interés por la Historia de Roma, pues, como a mí me gusta decir, nuestro talentoso amigo nos venía así de serie, sino porque quiero creer que casos como el suyo y el de otros tantos pocos que me han tocado en suerte, arrojan esperanza en estos tiempos sombríos de pragmatismo extremo que tan acogotados tienen al Latín y Griego en particular y a las Humanidades en general. Así que, por la parte que me toca, Fernando, gratias et congratulationes plurimas!
Y vosotros, mis jóvenes amigos, leed Amania de Fernando Pérez Sañudo.

Cecilia Blanco Pascual, Caecilia