Os anunciaba ayer que acababa
de llegar al correo una carta firmada por Jorge Erostarbe que, terminados los
exámenes, ha buscado alimento para el alma en la animación japonesa y nos habla
con el entusiasmo habitual de una historia ambientada durante la Guerra del
Pacífico. Desde aquí, por supuesto, aplaudimos con las orejas encantados, no
solo con su gusto e inquietudes, sino con que tenga la generosidad de hacernos
partícipes de ellos y contribuya, de paso, a mantener vivo un lugar del que
casi todos se han olvidado. Así que gracias, mi joven amigo, muchas gracias.
Cuenta conmigo para discutir a la vuelta de las vacaciones, pues me llevo como
deberes ver -que no “visionar”, je, je- La
tumba de las luciérnagas.
Buenas a todos, de nuevo me
presento por aquí, pero esta vez no para hablaros de conspiraciones o drogas, sino
de un género de cine que, a mí, personalmente, me apasiona. Os hablaré del anime, esos “dibujitos para niños” como Heidi, Marco o el más reciente Doraemon. Prácticamente todos nosotros
conocemos estas series, pero todos las hemos visto con edades tempranas. Y por
eso estoy hoy aquí, para quitaros esa idea de dibujos infantiles y reseñar una
tan fantástica como dura película del Estudio Ghibli, La Tumba De Las Luciérnagas.
El Estudio Ghibli es, para
muchos, –me incluyo entre este grupo-, el mejor estudio de animación japonesa,
pues no han sido los creadores de la primera película japonesa en ganar un
premio Oscar por pura coincidencia.
Ya nos demostró con El viaje de Chihiro, un fantástico viaje hacia la
madurez, o La princesa Mononoke, la
lucha entre dos bandos con ideas propias, que eran capaces de hacernos
reflexionar a pesar de ser películas de animación. Pero no estoy aquí para hablaros
del Estudio Ghibli, así que mejor me centro en lo que debo y procuro no salirme
más del tema.
“—21 de septiembre de 1945: ese fue el día en
que morí.” Con esa tormentosa frase comienza La tumba de las luciérnagas, una película dirigida por Isao Takahata basada en una novela de Akiyuki Nosaka, un hombre que pasó por las mismas situaciones que las que pasa el
protagonista.
Como ya habéis podido apreciar,
se nos presenta de una manera directa y sin rodeos la muerte del protagonista, pues
esta película no trata de ver lo que ocurre, sino de hacernos reflexionar con
sus elaboradas tramas secundarias, que nos obligan a pensar desde un punto de
vista de ética personal.
Nuestro protagonista comienza a
recordar los hechos ocurridos hasta ese momento haciéndonos ver así el
argumento principal de la película. Este solemne hermano recuerda el comienzo
de todo, escapar hacia el refugio con su hermana a hombros, ver las bombas
caer, el fuego consumirlo todo, perder a su madre, su hogar, su familia y todo
aquello que le mantenía con una vida estable.
Y este estado de destrucción y
desolación, es imposible que se refleje mejor. La maravilla gráfica que supone
esta película resulta exquisita para la vista, un modo de cine diferente, que
nos puede transmitir lo mismo o más que el convencional, sin necesidad de tener
efectos visuales inauditos y explosiones por doquier, simplemente talento,
mimo, detalle y una perfectamente conjugada mezcla de colores, para hacernos
ver paso a paso los estados de estos dos hermanos a lo largo de su paupérrima
vida.
Con su adorable hermana pequeña
acompañándole en sus problemas, debe de luchar por conseguir comida, bienes y
todo lo necesario para poder sobrevivir, pero esto no siempre es posible, pues
la guerra se lleva todo, al rico, al pobre, al fuerte y al débil, arrasa con
todo y con todos, y no deja lugar para
la supervivencia. He aquí el argumento subliminal que nos plantea la película.
Con unos personajes desarrollados de una manera muy estable y, enseñándonos el
infierno por el que ambos pasan, se desarrollan los sentimientos de ambos. Por
ejemplo, la película nos muestra una tremenda admiración hacia su padre por
parte del protagonista, pero, ¿es esta admiración real? ¿O es simplemente el escaso
apoyo moral con el que cuenta este? O las polémicas escenas de la tía de estos,
pues los acaba echando de su casa. Aunque suene cruel, es algo que desde mi
ética personal, era correcto debido a la falta de colaboración por parte,
especialmente, del hermano mayor.
Me gustaría hablar de muchos
temas en cuanto a la película, pero considero que esto sería mejor explicarlo
una vez hayas visto la película, pues sería estropear buenas partes de la esta.
Así que no lo dudes ni un momento, disponte a ver esta obra de arte, a admirar
el detalle visual y narrativo de esta, a sumergirte en su trama antibélica y a
llorar y llorar como un bebé, pues esta película, es la idónea para olvidar
todos los prejuicios creados hacia el mundo de la animación y su relación con
el público infantil. Siento mucho no poder comentar todos los puntos que me
gustaría de esta película, así que os invito a, una vez hayáis visto esta
fantástica pieza de la animación, dejar en esta misma página web una reseña
llena de spoilers, para poder atar
los cabos sueltos que he dejado. Os cedo la palabra, solo os queda tomarla.