No sé si aún queda alguien por ahí. Si lo hay, hace tiempo que no da noticias, por más que las estadísticas de blogger me digan que en las últimas semanas han aumentado las visitas de este lugar. Algo tendrá que ver, seguramente, la pregunta final del Dickens Quizz, cuyo ganador será proclamado en breve, supongo, por Estíbaliz. Desde aquí esperamos ansiosos el veredicto y os deseamos toda la suerte del mundo a todos los que hayáis participado. Con algo, sin embargo, hay que entretener la espera. Dejadme, pues, que os cuente una historia que mucho tiempo atrás –y, sobra decirlo, con mucho más genio que yo- cantó en verso –¡y en griego!- el más universal de los poetas, el ciego Homero.
La guerra de Troya se aproxima a su fin. Después de diez años de largo y crudo asedio, Aquiles ha decidido poner a un lado la cólera contra Agamenón, su rey, y volver a dirigir a sus mirmidones y, de paso, al ejército griego. Su objetivo no es otro que acabar con la vida del piadoso y noble Héctor, héroe troyano, que recientemente ha dado muerte a su amigo del alma, Patroclo. Ambos titanes se enfrentan en un combate singular en el que, así lo ha querido siempre el Destino, Héctor muerde el polvo y Aquiles gana para sí gloria eterna. Pero el de los pies ligeros no tiene suficiente con la muerte del troyano, así que para completar su venganza, o intentarlo, al menos, dedica varios días a humillar su cadáver.
Desde los muros de Troya contempla horrorizado la escena Príamo, padre de Héctor y rey de la ciudad pronta a caer, que en un acto de lo más singular se despoja de la dignidad de monarca, se sube a un humilde carro y, guiado por el dios Hermes, patrón de ladrones y conductor de almas, se adentra en el campamento griego para ¡suplicar! a Aquiles que le devuelva el cadáver de su hijo. Lo contó Homero en la Ilíada, sí, y podéis leerlo también en la magnífica novela de David Malouf Rescate, que acaba de publicarse en español hace apenas unas semanas y que, desde aquí, por supuesto, os invitamos a leer, si es que queréis averiguar si las palabras de Príamo ablandaron, o no, al implacable Aquiles. Leed, leed, mis jóvenes amigos.
2 comentarios:
Parece que ya llego un poco tarde para comentar esta entrada, pero es que Cecilia tiró por error el comentario que le envié, ejem, ejem... :)
Estoy seguro de que, tratando una de las partes de la "Ilíada", "Rescate" es una obra muy interesante. Y aprovechando la situación, recomiendo la lectura de los dos grandes poemas épicos de la Antigüedad, la ya mencionada "Ilíada", y la "Odisea", ambas de Homero. Las dos me parecen obras fantásticas, pero como mi profesora de latín y griego bien sabe, prefiero la "Odisea", con sus viajes y aventuras enmarcadas en un ambiente mitológico.
Nunca es tarde, caballero... y menos en este caso, en que la que te he hecho llegar tarde he sido yo, como muy bien te has encargado de anunciar. ¡Ay! Cría cuervos, cría cuervos... ¡Qué fue de aquel chaval tímido que conocí el año pasado! ;)
Tú te quedas con la "Odisea" y yo con la "Ilíada", por su solemnidad y grandeza épica. En 1º de Bachillerato andan también divididos...
En cualquier caso y sea como sea, leed, leed "Rescate", leed la "Ilíada", leed la "Odisea" y venid a discutir y hasta a meteros conmigo por aquí.
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