Mucho antes de que Tim Burton pensara siquiera en hacer Frankenweenie, la película que hoy se
estrena y que unos cuantos de vosotros, estoy segura, correréis a ver al cine;
siglos antes incluso de que Mary Shelley ideara su fantástica y terrorífica Frankenstein en una noche de tormenta a
orillas del lago Leman en un legendario duelo que la enfrentó al mismísimo Lord
Byron, Ovidio, un poeta latino caído en desgracia del siglo I de nuestra era,
contó en sus Metamorfosis, la hermosa
e inquietante historia de Pigmalión, el artista chipriota que terminó
enamorándose de una de sus esculturas y consiguió de Venus, diosa del Amor, que
aquella cobrara vida. El experimento del Doctor Frankenstein, bien lo sabéis,
terminó en desastre. El de Pigmalión, en cambio, tiene un final feliz... Quizá
porque Frankenstein desafió a la Naturaleza y a los Dioses y Pigmalión, en
cambio, suplicó humildemente a éstos... Quizá, tan sólo porque el Destino es
caprichoso y cruel. ¿Quién sabe? Volveremos, quizá, sobre ello, en unos meses,
si mis entusiastas y alegres alumnos de 4º de la ESO se prestan a los planes
que llevo un tiempo maquinando para ellos, planes que incluyen luces, sombras,
tablas y telones... Pero no nos precipitemos.
Si hoy vengo por aquí es para recomendaros, por supuesto, que leáis Frankenstein de Mary Shelley y las Metamorfosis de Ovidio pero también la
revisión moderna que del mito de Pigmalión hizo el grandísimo George Bernard
Shaw. Se trata de una comedia satírica titulada Pigmalión en la que nuestro escultor cobra la forma de un
excéntrico profesor de fonética inglesa y su escultura, la hermosa Galatea, es
encarnada por una humilde y un tanto vulgar vendedora de flores a la que el
profesor pretende hacer pasar en unos pocos meses y tras el conveniente
entrenamiento, en una dama de la alta sociedad. Las cosas, sin embargo, no
suelen salir en la vida como uno había planeado y el refranero popular, que
suele mostrarse más que acertado, incluye aquello de “aunque la mona se vista
de seda...” Sacad vuestras propias conclusiones o, mejor, leed Pigmalión de George Bernard Shaw.
Leed, leed y contadnos, mis jóvenes amigos...
2 comentarios:
Parece que la noche de todos los santos está cerca... Yo por mi parte os voy a recomendar la lectura del libro "84, Charing Cross Road" de Helene Hariff. Llegó a mis manos por casualidad y me enamoré de sus personajes mientras hacía una lectura rápida. Salía de viaje en 2 horas y no podía quedarme sin saber el desenlace. Ahora me voy a comprar el libro para disfrutar sosegadamente de su lectura. Por supuesto antes que a vosotros se lo comenté a Cecilia, a sabiendas de que lo conocía, acerté se lo había leído y demás me dijo que hay una peli. Esta profe es ilustrada. Aprovechad y aprended mucho de ella y con ella. Saludos desde Miranda.
¡Muchas gracias, Carmen! Además esta vez has conseguido ponerme colorada... mientras recupero mi color natural dejadme que me una a la recomendación de Carmen y que os pida que sí, por favor, leáis a Helene Hanff y su encantadora "84, Charing Cross Road", una historia de un tiempo en que internet no existía y en que la gente se tomaba su tiempo para sentarse a escribir con bolígrafo y papel y, sobre todo, a esperar que volara la repuesta a través del Océano Atlántico.
Leed, leed y, por favor, contadnos. Y tú, Carmen, recibe un gigantesco abrazo de esta profesora que aún espera bajo el diente del ahorcado...
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