Comencemos, pues, el curso bajo el diente del ahorcado y hagámoslo con la primera colaboración ajena al departamento de Cultura Clásica. Viene firmada por Israel, que entre calentamientos y partidos de béisbol, espectáculos de sombras, malabares y combas, paseos en bicicleta y otras actividades, encuentra todavía tiempo para leer novelas como esta El último Catón de Matilde Asensi. Aquí os dejo su crítica.
“En primer lugar, eviten cualquier exceso. No se lancen a la carrera como si realmente tuvieran que ganar una maratón. Corran suavemente, sin prisas, economicen movimientos. Zancadas cortas y uniformes, oscilación reducida de brazos, respiración regular [...] Sostengan el mismo ritmo durante toda la carrera”.
(Kaspar Gläuser-Roist antes de emular la carrera de Maratón para purgar el pecado de la pereza).
Cualquiera que lea estas líneas iniciales pensará: ¡madre mía! ¡Este profe no desconecta ni en verano! Pero no os hagáis una idea equivocada; este libro del que ahora os hablo, no trata de deporte ni educación física, aunque sí que me ha servido para aprender varios aspectos muy curiosos que no conocía (no te acostarás...).
El motivo de leer el libro fue simple: era el único que tenía a mano en un momento en el que me apeteció leer y no quería hacer lo de siempre. Me atrajo el toque histórico que tiene, aunque se trata de una novela completamente de ficción, que algunos comparan con el famoso pero aburrido Código Da Vinci.
El libro es entretenido y engancha al principio, cuando aparece un cadáver tatuado y con escarificaciones por todo el cuerpo sin aparente significado. Tras las primeras investigaciones, se relaciona dicho caso con la desaparición de múltiples reliquias de la Vera Cruz por todo el mundo. Y hay que resolver el misterio.
Para ello, se encarga la investigación a los tres personajes principales de la obra (una paleógrafa religiosa del Archivo Secreto Vaticano, el capitán de la Guardia Suiza y un profesor del Museo Grecorromano de Alejandría) que deberán superar siete pruebas basadas en los siete pecados capitales en las que Dante y su “Divina Comedia” parecen tener la clave (al fin y al cabo, está comprobado que la lectura no tiene más que ventajas...).
Pero claro, cuando uno sabe que deben superar estas siete pruebas, el final se hace previsible; ¿acabará el autor con los personajes antes de que completen todas ellas? Es evidente lo que sucede y por lo tanto resta algo de ánimo para continuar. Aunque lo más sorprendente es sin duda el final. Nada esperado y algo extraño. Si alguien espera enterarse del mismo, no se lo voy a contar. Para eso habrá que leerlo. Pero no estaría nada mal encontrarse algo así en este mundo y poder disfrutarlo.
Por Israel Herrán Álvarez
4 comentarios:
¡Yo lo que pienso es que este profe "hace a todo"! Y el libro tiene buena pinta.
Muchas gracias, Estíbaliz, por romper el hielo e inaugurar la sección de comentarios "lo que vosotros dijisteis". Aprovecho la ocasión para lanzar una llamada a nuestros muy ocupados alumnos. ¿Hay alguien ahí? Si es así, por favor, ¡escribidnos! Los profesores, lo habéis visto, leen. ¿Qué hay de vosotros?
Yo me estoy leyendo un libro cuando lo acabe os mando lo q quiero poner ;)
Aquí te esperamos, Laura. Ya te voy haciendo hueco. Muchas gracias por participar.
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