Como tiendo a hacer de forma casi diaria, charlaba el otro día con la que conoceréis como Caecilia, por sus numerosas apariciones en este rincón, cómo no, sobre cine. Resulta que yo acababa de ver El Renacido, de Iñárritu, un director que, lo admito, no es santo de mi devoción. Lo que ocurre es que, en general, tenemos criterios muy similares a la hora de hablar sobre cine y series de televisión, pero, aquí se muestra de la forma más clara y directa, que las opiniones son, sobre todo, personales, y que a ella le había parecido un película de altísima calidad, la que yo vi como algo tedioso y aburrido.
Así que, por mi parte, les recomiendo leer nuestros textos y ahorrar el dinero de la entrada, mientras que ella, os anima encarecidamente a que corráis a verla.
Sin más dilación , ¡allá van!
Jorge
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EL RENACIDO
(The Revenant)
Jorge Erostarbe Ochoa
Comencemos por el principio. La ambientación es un Western en el Norte de Estados Unidos, en el que un grupo de americanos abandonados a su suerte tienen que enfrentarse a todos los peligros de la zona, que son desde un ecosistema peligroso y extremo, al choque cultural entre franceses, los ya nombrados estadounidenses y los indios habitantes de la zona, que están siendo atacados por unos y por otros.
Digamos que, El Renacido es una película inteligente para el público más fácil, exactamente igual que la anterior de Iñárritu, Birdman, con la que ganó el premio de mejor guion de forma, cuando menos, desternillante. Pero volvamos a lo que estamos.
En El Renacido vemos a DiCaprio comiendo cosas asquerosas, durmiendo en cosas asquerosas, cayéndose por sitios asquerosos, habitando con gente asquerosa y un largo compendio de situaciones excesivas y repetitivas que resultan tediosas para el espectador, innecesarias y sin nada sincero que aportar a la película.
Como decía antes, esta es una película que, supongo gracias a lo increíblemente pretencioso que es Iñárritu, resultará alabada por la mayor parte del público, pues ponemos planos largos, una fotografía grandiosa y nos separamos un poco de lo convencional, -aunque, eso sí, más plagada de clichés imposible- y metemos lo “impresionante” de que todo sea con luz natural y ya tenemos el próximo Oscar.
Antes de que me tachéis de cínico y severo, es tan simple como ver las eternas tres horas de metraje excesivo para darse cuenta de que está hecha para todo el público que la va a ver como algo más de lo que es, más inteligente de lo que tiene, e incluso se le dará más de una interpretación intelectual al mensaje secundario, metido con calzador, que pretende ser de tintes religiosos.
A mí, personalmente, me habría gustado darle más toques a la historia de la necesidad de tener algo en lo que creer, algo en lo que apoyarse como es la religión, y así tener un motivo para soportar las condiciones que sufren los personajes de esta, pero Iñárritu, se pone -de nuevo- extremadamente pretencioso y nos pone un mensaje simple a lo largo y al final de la película y, lo dicho, introducido en esta de la forma más cantosa posible para intentar parecer un genio del cine con un cierre de la trama que resulta inverosímil y un tanto estúpido.
Esto es, más que nada, una llamada a abrir los ojos, no para mirar los planos tan perfectamente pensados de la película, sino para juzgar más allá de ellos.
Por cierto, sí, este año DiCaprio se llevará el Oscar.
EL RENACIDO (THE
REVENANT)
(ALEJANDRO
GONZÁLEZ IÑÁRRITU)
Cecilia Blanco Pascual
Le hace gracia al bueno
de Jorge mi entusiasmo por las historias de aventuras, ya vengan escritas en
negro sobre blanco o proyectadas en la gran pantalla. Niña durante los ’80,
cuento entre mis películas imprescindibles los Goonies, Willow, o, ejem,
ejem, Jumanji. Además, me formé como
lectora con Tom Sawyer y Huckleberry Finn de Mark Twain, El último mohicano de James Fenimore
Cooper, Winnetou de Karl May y, por
supuesto, los relatos nevados y salvajes de Jack London. Para con estos tres
últimos títulos tiene una deuda inmensa El
renacido de Alejandro González Iñárritu, que ante el furibundo ataque de
Jorge, vengo a defender aquí, no amparándome en su pertenencia a uno de mis
géneros preferidos -el de aventuras- sino en que es una gran película.
Inspirada en un episodio
tan extraordinario como real, El renacido
relata la increíble historia de Hugh Glass (Leonardo Di Caprio), un explorador
que, en compañía de su hijo mestizo Hawk, guía a un grupo de tramperos de
variada condición moral por los más salvajes, agrestes y nevados parajes de
unos Estados Unidos donde los nativos (pawnees, sioux, aikaras...) aún no han
sido aniquilados ni recluidos en los alcóholicos y tediosos recintos de las
reservas. Agonizante tras el ataque de una osa grizzly que protege a sus
oseznos, Glass es abandonado a su suerte y medio enterrado vivo por sus
compañeros. Lo que sigue es el relato improbable pero casi siempre verosímil
-luego volveremos a este “casi siempre”- de su supervivencia a las heridas, al
hambre, al gélido y crudo invierno, a los aikaras, a los franceses... empujado
por un único motor: la venganza.
Di Caprio compone un
retrato soberbio del personaje a base de estertores, gañidos y temblores -pocas
películas tan largas deben tener tan poco diálogo-. De hecho, con su melena y
barba hirsutas, pegajosas de coágulos propios y ajenos -¡buf!-, su
zarpa-talismán al cuello y la piel de la osa casi asesina sobre los hombros
abiertos en canal, casi parece convertirse él mismo en un grizzly con su osezno.
Hasta se alimenta, cuando puede, de pescado crudo. Y, sí, Jorge, se va a llevar
el Oscar con todo merecimiento.
Además de la implacable
y violenta naturaleza -potenciada merced a una espléndida fotografía y a un
sinfín de planos que, sí, lo reconozco, demuestran la pretenciosidad de su
director-, su antagonista es Fitzgerald, un magnífico Tom Hardy que muy bien
podría llevarse también la estatuilla dorada -por favor, que no se lo den a
Stallone-. Fitzgerald es encarnación de todo un catálogo de taras morales:
avaricia, ruindad, cobardía... Fitzgerald es el villano que no debe faltar en
una historia de aventuras.
Un pero le pongo a El renacido de Iñárritu, que entronca
con ese “casi siempre verosímil” al que antes hacía referencia. Una sabe que la
historia de Glass está inspirada en hechos reales y, además, merced al pacto de
ficción, está dispuesta a suspender su incredulidad y creer verdadera su
supervivencia. Al fin y al cabo, la película lleva por título El Renacido (“Volviste a nacer, Di
Caprio”), pero Iñárritu fuerza la máquina en un par de ocasiones. ¿De verdad
era necesario despeñar a Glass por un barranco y estrellarlo contra un abeto?
Las ventiscas, los rápidos del río, los aikaras y la osa grizzly ya proveen de
suficiente épica y trepidante aventura a las dos horas y media largas de
metraje. Vaya que sí. He disfrutado como cuando era niña, así que, si el
temporal de esta semana os lo permite, id al cine y ved El renacido.
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