A estas alturas de la partida
la gran mayoría de vosotros sabrá, supongo, que DiCaprio ganó, por fin, el
Oscar; que Iñárritu igualó a grandes leyendas de la Historia del Cine al
conseguir su segundo premio consecutivo pero se ganó las iras del personal al
no aplaudir, como merecía, a la ganadora del premio al mejor vestuario por Mad Max; que Stallone no se llevó el
gato al agua, aunque sí el consuelo de Arnold Schwarzenegger; y, por supuesto,
que Spotlight adelantó la cabeza y se
llevó, de modo más que merecido, el premio a la mejor película. Tiene mi
compañero administrador por ahí una crítica de esta última, que supongo
publicará estos días.
Lo que es probable que no
sepáis -somos conscientes de que no nos visitáis muy a menudo- es que he ganado
la particular apuesta que teníamos Jorge y yo; por muy poco, pero he ganado. De
hecho, creímos en un principio haber empatado. Ha sido esta una semana
complicada y no he tenido tiempo de pasar por aquí a regodearme un poco pero sí
que le he estado dando vueltas al título que quiero que lea y reseñe el señor
Erostarbe. Aunque no me cabe duda de que en caso de haber perdido andaría ahora
mismo peleándome con Stephenie Meyer o, vade
retro!, las Cincuenta sombras de Grey,
no permite mi código deontológico que castigue de tal manera a Jorge. Una es
profesora y les tiene muchísimo respeto y cariño a sus alumnos y prefiere que
dediquen el tiempo a libros que merezcan la pena. Así que Jorge, ¡te has
librado! Puedes respirar tranquilo y puedes empezar a leer Algún día todo este dolor te será útil de Peter Cameron, cuyo
protagonista, James Sveck, muy bien podría ser el nieto de nuestro querido y
admirado Holden Cauldfield. ¡Que lo disfrutes! ¡Aquí te espero! De nada.
Caecilia
No hay comentarios:
Publicar un comentario