martes, 5 de mayo de 2015

CERTAMEN DE RELATOS DEL IES DOCTOR SANCHO DE MATIENZO (I)



Señoras y señores, profesores, estudiantes, amigos todos del Doctor Sancho de Matienzo, aprovechamos una tarde que vuelve a amenazar tormenta para comenzar a publicar los relatos premiados en nuestro certamen. Y el tiempo resulta de lo más adecuado porque, quizá por las palabras que debían aparecer obligatoriamente en ellos (claustrofobia, escalera, energúmeno, tensión), casi todos los autores optaron por el género de terror. El relato que aquí os dejamos hoy para inaugurar esta serie lleva el título de “Hecho inolvidable” y la firma de Ane Revillas Martín, de 1º A de la ESO, y ha obtenido el 2º premio en la categoría A, para alumnos de 1º y 2º de la ESO. ¡Enhorabuena, Ane!

“HECHO INOLVIDABLE”

(Ane Revillas Martín, 1º A ESO)
El gran día de Halloween ya había llegado, mis amigas y yo nos disfrazamos de ángeles negros y fuimos a pedir golosinas por el barrio. Hice una apuesta con Ainhoa, y como perdí tuve que entrar al piso más antiguo del barrio para pedir golosinas  (a mí me dio igual porque pensaba que allí ya no vivía gente).
En el piso número 3 salió un mendigo de la nada gritando como un energúmeno, él decía: “¡Nunca más vuelvas a entrar aquí!”.
Bajé lo más rápido que pude por la escalera y al llegar de nuevo a la calle mis amigas no estaban. No le di importancia, seguramente se habían ido corriendo porque habrían oído los gritos de aquel mendigo.
Me fui a casa bastante asustada porque no me podía quitar sus gritos de la cabeza, al fin llegué.
Mis padres todavía no habían llegado, “estarán con sus amigos celebrando Halloween, que es la fiesta favorita de mi madre”. Decidí irme a dormir, quería acabar con ese día tan extraño e irritante de una vez. Mis padres llegaron justo a tiempo para darme las buenas noches.
Eran las 03:00 de la madrugada, me levanté a beber agua, pero cuando estaba cruzando el pasillo vi al mendigo entrando por la puerta de mi casa, yo no sabía cómo reaccionar, en cuanto él me vio corrió hacia mí, después me dijo muy seriamente: “Tengo algo muy importante que enseñarte”.
Me agarró del brazo y me llevó otra vez al piso de antes.
Era un piso extremadamente pequeño, tanto que me daba claustrofobia.
Estaba muy nerviosa, no tenía ni idea de lo que ese señor era capaz de hacerme.
Tenía muchísimos libros, robados supongo, estaba ojeando uno y él me gritó, (como de costumbre) que no tocara absolutamente nada, me dijo que estaba cuidando los libros para cuando aprendiese a leer. De repente me dijo:
“Hija, ven, corre”. Yo le respondí: “¿Hija?”
En ese momento él abrió un álbum de fotos, estaba lleno de polvo, como si nadie lo hubiese utilizado hace meses. Sacó una foto de carnet de una niña.
 “Lo sabía, es igual que tú” me dijo con una voz sensible. La verdad, parecíamos gemelas. Le pregunté: “La verdad es que sí. ¿Quién es?” Y él se puso a llorar.
Me dijo que era su hija. “¿Era?” Le pregunté. Me dijo que sí también me dijo que murió de una enfermedad con 15 años, pero como era un mendigo no podía permitirse pagar todos los medicamentos para salvarla de su neumonía.
Toda esa sensación me causó mal cuerpo, sabía que me estaba subiendo la tensión.
Me voy a casa, le dije. Él llorando me preguntó: “¿No te das cuenta? Esto es una señal para que estemos juntos como padre e hija, sois iguales, os llamáis igual, y en su último Halloween ella fue disfrazada igual que tú.
Yo salí corriendo de aquel piso hacia mi casa. Entré, se lo conté todo a mis padres y ellos me dijeron: “Hija, no te preocupes, todos saben que os parecéis, pero no eres su hija”. –“Eso no es lo que me preocupa, es que quiere que seamos padre e hija”.
No podía dormir, me escapé para ver la tumba de su hija “Gloria García” pero yo me apellidaba Pérez, la desenterré, la abrí y no había nada. Me puse a llorar desconsoladamente, de repente el mendigo y mi padre me tocaron la espalda, el mendigo me dijo: “Déjalo” y cuando se estaba yendo mi padre le dijo: “Tranquilo, nosotros te ayudaremos con tus problemas” y desde ese día le llevábamos comida, ropa, mantas… Además, yo le ayudé a aprender a leer todos los libros que poseía.
FIN

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